Isabel de la Torre Prados
Catedrática de Sociología. Universidad Autónoma de Madrid
La Agenda Mundial para el Desarrollo, aprobada por los 193 estados miembros de las Naciones Unidas en diciembre de 2015, establece una relación de actuaciones para facilitar el desarrollo humano de la población mundial en los próximos quince años. Los 17 objetivos propuestos pretenden erradicar la pobreza, proteger ambientalmente el planeta y garantizar la paz y el bienestar de la población mundial.
Para alcanzar los 17 objetivos y las 169 metas que los concretan se ha establecido su seguimiento con la Agenda 2030, en la que se ha fijado una relación de 231 indicadores que deben facilitar la medida de su grado de cumplimiento por parte de los países firmantes. La amplitud de objetivos, de metas y de indicadores propuestos cuestiona la capacidad de cumplimiento de los países firmantes y para evitar este riesgo se recomienda a cada país establecer una relación de objetivos prioritarios y comprometer en sus fases de aplicación a los tres grandes actores sociales: administración pública, empresas y entidades del tercer sector, mostrando su actuación coordinada en informes públicos anuales.
Si bien todos los objetivos están relacionados entre sí con la misma finalidad de extender el bienestar al conjunto de la población mundial, pueden ser agrupados en cinco grandes ejes de actuación. El primer eje de actuación persigue el bienestar económico, expresado en el objetivo 1 de combatir la pobreza; el objetivo 2, eliminar el hambre; el objetivo 4, extender la educación; el objetivo 6, garantizar el acceso al agua potable; el objetivo 7, disponibilidad de energía; el objetivo 8, impulsar el crecimiento económico, y el objetivo 12, favorecer el consumo. El segundo eje de actuación es la protección ambiental del planeta concretada en el objetivo 9, respeto ambiental en las infraestructuras; el objetivo 11, desarrollo equilibrado de las ciudades; el objetivo 13, control de emisiones y cambio climático; el objetivo 14, protección de los océanos, y el objetivo 15, defensa de la biodiversidad. El tercer eje de actuación se centra en favorecer la salud y se concreta en el objetivo 3 de combatir enfermedades endémicas en países en vías de desarrollo. El cuarto eje de actuación pretende combatir la desigualdad con el objetivo 10 y favorecer la igualdad de género con el objetivo 5. Finalmente, el quinto eje de actuación busca la paz y la justicia universal con el objetivo 16 y el desarrollo de alianzas institucionales con el objetivo 17.
La aplicación efectiva de los objetivos de desarrollo sostenible es principalmente una actuación institucional impulsada por los gobiernos y debe ser complementada con la obligada incorporación a sus metas del conjunto de la sociedad y de los actores sociales de sus tres grandes pilares: la administración pública, las empresas y las organizaciones de la sociedad civil, especialmente las entidades del tercer sector de acción social.
La administración pública es el principal actor social en las sociedades democráticas maduras para garantizar el bienestar social con la asignación de las correspondientes partidas presupuestarias, aunque su intervención requiere la colaboración conjunta del sector privado y las organizaciones de la sociedad civil en su máxima acepción (Schvarstein, 2015). En relación a los objetivos de desarrollo sostenible, en España se ha constituido un grupo interministerial de alto nivel para la Agenda 2030 y se ha aprobado un plan de acción para su puesta en práctica. Al mismo tiempo, se está elaborando un proyecto de Ley de Cambio Climático y Transición Energética, se está impulsando una Estrategia de Economía Circular, que prevé 70 medidas y 836 millones de euros para los años 2018/2020 y está pendiente de aprobación un Plan Director de Cooperación. Este conjunto de actuaciones puede verse reforzado con procedimientos de información y transparencia en las convocatorias previstas, con el impulso a las aportaciones de empresas y particulares como vías alternativas de financiación a las actuaciones de carácter ambiental y social a través de su reconocimiento institucional y, finalmente, con la coordinación de un plan proactivo de comunicación que garantice su adecuada difusión.
Otro actor social de creciente importancia en el logro de los objetivos de desarrollo sostenible es el sector empresarial, ya que en el actual proceso de mundialización económica y predominio del capital financiero se ha producido una concentración de poder en las compaoñías con capacidad de acción a nivel nacional e internacional, otorgando así un importante protagonismo a las grandes corporaciones empresariales en el cumplimiento de los objetivos de desarrollo sostenible. Las empresas han ido incorporando un modelo de gestión socialmente responsable y apoyan iniciativas que contribuyen a resolver problemas ambientales y sociales, como las emisiones descontroladas de gases o las condiciones laborales precarias. Desde hace ya algunos años se han constituido los departamentos de responsabilidad social corporativa en las grandes empresas y se ha establecido el seguimiento de una actividad responsable, mostrando, a través de experiencias prácticas, que el hecho de incluir la resolución de los problemas sociales como objetivo estratégico no solo contribuye a la sostenibilidad económica y social, sino que aporta un valor diferencial respecto a la competencia tanto del propio sector como en otros sectores productivos, puede consolidar los beneficios empresariales (Durán, 2009). Recientemente, en los acuerdos de la Agenda 2030 las empresas han asumido su responsabilidad tanto en la toma de decisión como en el actual proceso de implementación, así, por ejemplo, un conjunto de empresas españolas del sector energético han constituido el Grupo de Crecimiento Verde, con el objetivo de impulsar el diseño de una hoja de ruta eficiente hacia una economía de bajas emisiones que fomente el uso de las energías renovables, con vocación de liderazgo a medio y largo plazo, que manifiestan el compromiso de integrar políticas climáticas en su estrategia empresarial. En general, puede comprobarse la aceptación de los objetivos de desarrollo sostenible por parte de los máximos responsables de las grandes empresas y así se refleja en el estudio realizado por la Agencia Española para el Desarrollo (2017), que presenta los objetivos de desarrollo sostenible como un espacio de oportunidades para las empresas que quieren reforzar sus modelos de negocio integrándose de manera más estable y robusta en los contextos sociales y medioambientales donde operan, especialmente en el crecimiento inclusivo, el acceso a energías renovables, la gestión sostenible del agua y del saneamiento, la innovación y el empoderamiento de las mujeres. Por otra parte, el grado de cumplimiento del compromiso empresarial en la Agenda 2030 se encuentra reforzado por la directiva europea sobre la publicación de la información no financiera, tal como se expone en el apartado siguiente.
El tercer actor social en el logro de alcanzar los objetivos de desarrollo sostenible es el conjunto de entidades del tercer sector: asociaciones, fundaciones, ONG, que no son de carácter público ni tienen ánimo de lucro y surgen como iniciativas de la sociedad civil. Sus principales funciones son la de denunciar los desequilibrios entre población y recursos naturales ofreciendo alternativas de actuación, mantener acciones complementarias a los servicios del sector público y atender las demandas de grupos sociales vulnerables. Estas tres importantes líneas de acción se realizan por medio de proyectos que requieren una dotación económica procedente de la administración pública, de las aportaciones privadas de las empresas y de los particulares, así como de la gestión eficiente de los propios recursos (De la Torre, 2016). Algunas entidades del tercer sector desempeñan también una función reivindicativa con campañas de denuncias de incumplimiento de compromisos empresariales en la responsabilidad social (Maira, 2015), defendiendo el desarrollo de un enfoque institucional, que establezca un modelo de regulación social y económica global, en línea con la exigencia de cumplimiento de los actuales objetivos de desarrollo sostenible a nivel mundial. En la sociedad española, el tercer sector presenta problemas endémicos, como la atomización y dispersión de sus entidades, en algunos casos, agrupadas en federaciones y confederaciones con escasa capacidad efectiva de coordinación y organización para rentabilizar los propios recursos disponibles; otro problema endémico es el de la racionalización de la gestión acompañada de la formalización de las estructuras organizativas para integrar la aportación de los voluntarios que colaboran con las organizaciones, ya que casi la mitad de las entidades carecen de un plan específico para el voluntariado, a pesar de la importancia que tiene para estas entidades la presencia y actuación de los voluntarios en el ejercicio diario de su actividad.
¿Cómo lograr que los tres actores sociales, administración pública, empresas y entidades del tercer sector, se impliquen efectivamente en el cumplimiento de los objetivos de desarrollo sostenible desde un enfoque coordinado?
- En primer lugar, es necesario interrelacionar las decisiones que se vayan adoptando a nivel interno en la administración, en las empresas y en las entidades del tercer sector, con una voluntad conjunta de transparencia informativa y evitando la apropiación exclusiva de la iniciativa y el protagonismo de la actuación. En España, la coordinación interna se encuentra impulsada y reforzada a nivel gubernamental, desde noviembre de 2017, por un organismo específico: la Comisión Delegada del Gobierno de Asuntos Económicos para la puesta en marcha de la implementación de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) en España.
- En segundo lugar, es imprescindible diseñar un plan de comunicación, apoyado en los medios de comunicación convencionales (prensa, radio y televisión), organizando charlas y encuentros informativos en los espacios más apropiados de difusión para dar a conocer la Agenda 2030 y las materias directamente afectadas: erradicación del hambre, educación, creación de empleo joven, innovación, empoderamiento de la mujer, transparencia y medio ambiente. Acercar esta sensibilidad al ciudadano y al consumidor final es esencial, ayudando a entender el valor de estos objetivos y presentando con transparencia la información más relevante.
- Finalmente, es esencial encontrar la sinergia entre los objetivos de desarrollo sostenible y los propios objetivos de cada actor social. Por ejemplo, si se trata de una empresa se puede revisar los ODS y comprobar cuáles son los que afectan a su actividad y tienen impacto en la cuenta de resultados para fijar una selección de prioridades en las metas, apoyada en la colaboración de la administración y de las entidades del tercer sector. Si se trata de una entidad del tercer sector, la búsqueda de sinergia debe encaminarse a identificar posibles alianzas con empresas y otras organizaciones privadas y públicas para complementar la aplicación práctica de los objetivos sostenibles directamente relacionados con la propia entidad. En la actualidad, la exigencia vigente en la Unión Europea de publicar la información no financiera de las grandes empresas favorece la creación conjunta de espacios de sinergia, como se describirá en el siguiente apartado.
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