Amelia Pérez Zabaleta
Decana-Presidenta del Colegio de Economistas de Madrid

La Covid19 ha asestado un duro golpe a las personas, la sociedad y la economía mundial. Ha provocado transformaciones en la forma de vida, las costumbres, y una repentina crisis económica. Para mitigar sus daños y recuperar la senda de crecimiento económico, las ayudas provenientes de los fondos europeos generan expectativas, esperanza e incertidumbre.

Uno de los elementos que debe tenerse en cuenta sobre los fondos europeos es su origen, provienen de una deuda. Por ello, es fundamental el aprovechamiento de los fondos para que los beneficios superen los costes.

Los destinatarios son los países, es España. El primer documento elaborado por el Gobierno “España puede” o “Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia” establece las directrices: transformación ecológica, transformación digital, igualdad de género y cohesión territorial y social. También determina las 10 políticas tractoras que inciden en los sectores productivos que se consideran con mayor capacidad de transformación en nuestro tejido económico social. En consecuencia, constituye un primer hito.

La eficiencia en el uso de los fondos europeos y su aprovechamiento dependerá de todos los elementos que componen el “ciclo del proyecto”. Nos encontramos ante un segundo hito. Para superarlo con éxito, se requiere: la correcta identificación de las necesidades y de las palancas de la innovación, la simplificación de los procesos, la colaboración público-privada, la coordinación, la generación de un entorno o ecosistema que facilite la innovación y la implicación de las personas.

La identificación de las necesidades concretas significa determinar realmente dónde se encuentra el cambio que pueda impulsar la capacidad productiva de España. Los cambios no siempre significan grandes desarrollos innovadores, sino la adecuación y digitalización de las cosas sencillas, algunas de las que hacemos y que se siguen haciendo como en el siglo XX. Significa identificar las palancas de innovación, pero superando la fase de establecimiento de proyectos concretos, es decir, generando un ecosistema que conforme la producción de proyectos que arrastren la iniciativa privada. Es indispensable reforzar el binomio público-privado. La inversión pública debe ser capaz de generar inversión privada, de servir de elemento de arrastre para que el sector privado tenga confianza, estabilidad y futuro. La coordinación y colaboración en el ámbito nacional, entre comunidades autónomas, ayuntamientos e instituciones; y en el internacional es otro factor clave para crear sinergias. La competencia es positiva, pero más con acciones que sumen.

La simplificación del procedimiento administrativo y la digitalización de los procesos contribuirán al mayor dinamismo si se facilitan los trámites, lo que no está reñido con el control, el seguimiento y la evaluación de las medidas. Las medidas deben orientarse a la facilitación de los trámites en el ámbito público y en el privado.

Por último, entre las medidas fundamentales, destacamos la generación de un entorno o ecosistema que permita, facilite e incentive la innovación en todos los sectores económicos y en todo el tejido empresarial, desde el pequeño autónomo hasta la gran empresa y hasta la administración pública; y sin lugar a dudas, con la implicación de las personas.

Considero que no existe una fórmula mágica, no hay un único factor, pero sí una suma dentro del proceso de transformación que debe experimentar la sociedad y la economía española

¿Conseguiremos el objetivo?

En estos momentos, la incertidumbre genera tensiones que deben aprovecharse. Conseguiremos el objetivo cuanto más valor seamos capaces de crear, cuanto más aunemos esfuerzos e intereses, e impliquemos a todos los actores convirtiendo los retos en oportunidades orientadas a un mejor escenario futuro.

Artículo publicado el 1 de marzo en el Diario Nuevo Lunes Especial Suplemento 40 Aniversario