El Colegio de Economistas de Madrid ha entregado este martes en la Universidad de Alcalá de Henares su premio de la II edición en los mejores Trabajos Fin de Grado a Francisco Javier Carrillo Guajardo-Fajardo, graduado en Administración y Dirección de Empresas y arquitecto-urbanista. La investigación premiada versa sobre “El nuevo rol de las ciudades: La Smart City, verdadero reto del siglo XXI” y advierte del riesgo de moda pasajera de los muchos proyectos españoles de ciudades inteligentes, cerca de un centenar entre los subvencionados por administraciones públicas nacionales. En todo el mundo el volumen de negocio que generarán las Smart Cities se aproximará a los 1,5 billones de dólares el año 2020, más que el PIB español de un año.

Aunque la Smart City está siendo cuestionada en muchos ámbitos precisamente por esa situación de confusión y falta de concreción generada y por el riesgo real de que sea una moda pasajera, en España las líneas de ayudas y financiación aumentan año tras año. Las ayudas canalizadas a través del Plan Nacional de Ciudades Inteligentes han permitido dos convocatorias de Ciudades Inteligentes en los años 2014 y 2016, con 15 y 63 M€ respectivamente (con un total de 28 ciudades beneficiarias), y una convocatoria Smart Island en el año 2015 de 30 M€ (beneficiándose 3 islas). Además, se ha realizado una convocatoria EDUSI (Estrategia de Desarrollo Urbano Sostenible e Integrado, con fondos FEDER) de 709 M€ en 2016, permitiendo el desarrollo de proyectos a 83 ciudades.

Claves para ser ciudad inteligente

Así, para que un núcleo de población desarrolle una verdadera transformación hacia una ciudad inteligente y alcance parámetros de éxito, en estos momentos un reto y una oportunidad del siglo XXI, el autor de la investigación expone seis claves a tener en cuenta:

El éxito futuro de la Smart City radica en una planificación global y estratégica, con una visión de conjunto que incluya y coordine todas las áreas.  Esto ha de ser entendido como un verdadero proceso de gestión del cambio, hacia la transformación de la ciudad, planteado con una visión a medio-largo plazo y en el que formen parte todos los grupos de interés que confluyen en ella (“stakeholders”) y en el que tampoco hay que olvidar la relación con el territorio y con el entorno próximo.

Una ciudad no será Smart City si no integra la triple vertiente del desarrollo sostenible aprovechando la oportunidad que los avances tecnológicos nos proporcionan. Sostenibilidad que ha de integrar las tres vertientes de forma coordinada, sostenibilidad económica, sostenibilidad ambiental y sostenibilidad social. De modo que todas las actuaciones proporcionen beneficios o mejoras en cada una de ellas. Las nuevas tecnologías y herramientas tecnológicas, las TIC, no han de ser sino los instrumentos que han de posibilitar y facilitar ese salto cuantitativo y cualitativo, hacia una mayor eficiencia y sostenibilidad.

Una ciudad Inteligente se consigue no meramente por acciones puntuales, sino por una visión global a largo plazo. Hoy día estamos siendo testigos de cómo muchas ciudades se suben a la “moda” de la Smart City a través de la adopción o puesta en marcha de pequeños proyectos o iniciativas que incluyen algún proceso o simplemente una app tecnológica para incorporar el sello “Smart” a sus denominaciones. Pero tiene que haber algo más, una voluntad y un esfuerzo conjunto por acometer y gestionar ese proceso de cambio de forma real y más ambiciosa. Las ciudades que así lo hacen a nivel internacional y nacional logran un mayor nivel de implementación y obtienen mejores resultados. Generan a su vez una ventaja competitiva frente a otras, siendo capaces de atraer más inversión y financiación (pública y privada) lo que redunda en mayores beneficios para las ciudades y sus ciudadanos, convirtiéndose en referencias a seguir.

En el proceso es necesario contar con toda una batería de apoyo institucional, financiación y nuevos profesionales capacitados. Las dificultades y barreras que se oponen van desde la falta de recursos, tanto económicos como materiales, hasta la falta de personal cualificado. El apoyo de la Administración en sus diferentes escalones ha de jugar un papel relevante, aportando los instrumentos y herramientas adecuados con un marco de trabajo conjunto ligado a la necesidad de inversión y financiación que va a ser también un hándicap importante, tanto desde el sector público como desde el privado. A nivel mundial se estima que el volumen de negocio que se generará por el mercado de las Smart Cities se situará próximo a los 1,.5 billones de dólares USA en el año 2020. El Talento y el conocimiento transversal son “piezas” clave, ya que habrá que coordinar y agrupar muchas áreas del conocimiento, con profesionales que cuenten con habilidades y capacidades multidisciplinares adecuadas, que sean capaces de acometer y gestionar todo ello.

Alrededor de la Smart City se está generando todo un ecosistema de trabajo y transferencia de “Know How” entre ciudades, empresas y universidades. A pesar de la fuerte tormenta de iniciativas, acciones, proyectos, propuestas que se están poniendo en marcha, en muchos casos ya implementadas y con resultados tangibles, encontramos una situación que se está percibiendo como dispersa y heterogénea, generando mucho ruido alrededor de la Smart City, y que está siendo cuestionada en muchos ámbitos precisamente por esa situación de confusión y falta de concreción generada y por el riesgo real de que sea una moda pasajera o una nueva burbuja. Pero lo que tampoco hay que negar es que la transformación tecnológica es un hecho y está aquí para quedarse, incrementándose a futuro, y que las ciudades tienen aquí la oportunidad de resolver o amortiguar su problemática. Además, existe una fuerte inversión privada, principalmente por empresas del ámbito tecnológico, que llevan apostando por ello tiempo atrás con nuevas y específicas líneas y divisiones de negocio que están implementando soluciones en las ciudades, y una aparición de nuevos nichos de mercado, en los que por ejemplo el Big Data, Open Data y el Data Mining, etc. se perfilan, como algunos expertos mencionan, como un nuevo sector económico, la economía de los datos.

Organismos internacionales, nacionales y administraciones locales dan pasos muy importantes que generan nichos de oportunidad para las ciudades. Desde organismos internacionales, órganos de gobierno y la administración en todos sus escalones se están dando pasos muy importantes hacia la instrumentalización y realización de un marco y una estrategia conjunta. Ejemplos de ello son la “Estrategia Europa 2020” de la Comisión Europea, estrategias y planes nacionales, como el “National Smart City Strategy” de los Países Bajos (2017) y en España el “Plan Nacional de Ciudades Inteligentes” (2015) y el “Plan Nacional de Territorios Inteligentes” (2017), territorios como Andalucía con su “PlanAndalucíaSmart 2020” y ciudades como Amsterdam, “AmSmarterdam City”, o Santander con su “Plan Estratégico 2010-2020”. También en cuanto a normalización técnica, con normas ISO a nivel internacional, entre otras, y las Normas UNE puestas en marcha en España que están siendo todo un referente internacional. Las ciudades han de aprovechar las oportunidades que en estos momentos se están poniendo sobre la mesa para obtener financiación y ayudas, nichos que en muchos casos por desconocimiento o por falta de recursos humanos y materiales hacia la presentación de propuestas no se están aprovechando. Por ejemplo, en España las líneas de ayudas y financiación aumentan año tras año. Las ayudas canalizadas a través del Plan Nacional de Ciudades Inteligentes han permitido dos convocatorias de Ciudades Inteligentes en los años 2014 y 2016, con 15 y 63 M€ respectivamente (con un total de 28 ciudades beneficiarias), y una convocatoria Smart Island en el año 2015 de 30 M€ (beneficiándose 3 islas). Además, se ha realizado una convocatoria EDUSI (Estrategia de Desarrollo Urbano Sostenible e Integrado, con fondos FEDER) de 709 M€ en 2016, permitiendo el desarrollo de proyectos a 83 ciudades.