Ana M. López
Instituto L. R. Klein. Universidad Autónoma de Madrid

La interrelación entre lo que conocemos como economía tradicional (vieja economía) y economía digital (nueva economía o economía del conocimiento) es cada vez mayor, pues Internet, como exponente de las nuevas tecnologías de la información y comunicación (TIC), se ha instaurado de forma rápida y consistente en nuestro desempeño habitual. De modo que ya resulta difícil establecer una delimitación entre ambos enfoques, sobre todo porque lo nuevo cambia cada día en un mundo donde la innovación es clave.

Desde la obra, en cierto modo pionera, de Tapscott (1995), donde pronosticaba muchas de las transformaciones que ha propiciado la digitalización de la información, se ha avanzado a una velocidad vertiginosa en el desarrollo de las tecnologías de la información y comunicación y en su potencial para cambiar radicalmente el modo en que se hacen los negocios, con diferencias sustanciales en los veinte escasos años que separan el siglo pasado del actual. Actualmente, el concepto de economía digital se encuentra perfectamente imbricado en nuestra sociedad y en el sistema productivo.

Nuestra forma de adquirir bienes y servicios (comercio electrónico o en línea), de trabajar (búsqueda de información en línea a través de navegadores, conexión remota a paquetes informáticos, dispositivos tecnológicos) e incluso de relacionarnos con otras personas (modos y redes sociales, correo electrónico) nada tiene que ver con lo que hacíamos. En definitiva, nuestra forma de interactuar ha experimentado notables cambios, que se deben al uso de las tecnologías de la información y las comunicaciones, al empleo habitual de Internet por millones de personas, cada vez más intensivo y extendido en la población, con dispositivos y objetos conectados entre sí, interactuando sin que el tiempo y el espacio sea una frontera. En este desarrollo, la creciente conexión de dispositivos y objetos conduce hacia lo que actualmente se conoce como el Internet de las cosas (IoT, por sus siglas en inglés) referido a los grupos de dispositivos digitales que recogen y transmiten datos a través de Internet en tiempo real, generando una fuente masiva de información y enriqueciendo el conocimiento más próximo a lo que, efectivamente, sucede en determinados ámbitos de actuación.

Alcance de la economía digital en España

La economía digital puede ser entendida en sentido amplio como la actividad económica basada en el uso de Internet y las redes digitales para su desarrollo y difusión. Más allá de este concepto, la economía digital tiene su origen en el desarrollo de las nuevas tecnologías de la información y comunicación aplicadas a la economía y, como tal, constituye un elemento transformador que afecta a todos los sectores económicos. A algunos sectores con mayor intensidad o de forma más directa como son el turismo, banca, distribución comercial y transporte, pero también en otros como los medios de comunicación, publicidad, educación y seguridad. Ciertamente, la economía digital se ha convertido en el motor de las economías más avanzadas. A esta visión se unen los nuevos modelos de negocio innovadores basados en la aplicación y desarrollo de la tecnología digital. En particular, las actividades de comercio electrónico, contenidos digitales, juegos digitales y comunicación digital, entre otras.

Aunque en este breve balance nos centramos en la situación española, obviamente el impulso y desarrollo de la economía digital se ha manifestado a escala mundial, de forma que la economía española junto a la europea han sabido adaptarse al reto. La globalización que permite Internet posibilita un mundo más conectado, donde los usuarios tienen a su alcance mayor información y, por tanto, mayor capacidad de decisión si la saben gestionar convenientemente. Una información que se genera de forma cada vez más rápida, y que también queda obsoleta antes, y a la que tiene acceso mayor población y, en definitiva, un acceso a productos y servicios en cualquier lugar del mundo y en cualquier momento.

En el caso español, conviene recordar que un elemento clave de apoyo al desarrollo de la economía digital es la propuesta contemplada en la Agenda Digital española, aprobada en 2013, que desarrollan conjuntamente el Ministerio de Energía, Turismo y Agenda Digital (MINETAD) y el Ministerio de Hacienda y Función Pública, que supone el marco institucional para implementar y diseñar las correspondientes políticas de apoyo y desarrollo de las tecnologías de la información y las comunicaciones en España. El propósito es el desarrollo de una economía digital que reduzca los costes de gestión en la Administración y mejore los servicios a los ciudadanos, fortaleciendo el sector de las Tecnologías de la Información y la Comunicación como fuente de riqueza y empleo, así como impulsar el I+D+i en las industrias de futuro. El seguimiento periódico de los objetivos marcados en la agenda digital española se realiza por el Observatorio Nacional de Telecomunicaciones y Sociedad de la Información (ONTSI) de Red.Es (entidad pública empresarial del MINETAD) mediante un sistema de indicadores establecido por la Agenda Digital para Europa, que incorpora, además, otros indicadores específicos para España.

La Agenda Digital española es el soporte para acometer en nuestro país los objetivos más amplios marcados en el Mercado Único Digital, estrategia impulsada por la Comisión Europea en 2015, para garantizar el acceso en línea sin interrupciones de los ciudadanos y empresas a bienes y servicios independientemente de su ubicación. Un propósito alineado también con la agenda digital de los países de la OCDE que hace seguimiento en sus informes periódicos OECD Digital Economy Outlook donde analiza la evolución y las oportunidades de la economía digital. El desarrollo de un Mercado Único Digital se conforma como un soporte básico para que Europa mantenga una posición líder y de referencia en la economía digital mundial. El Mercado Único Digital puede proporcionar oportunidades para nuevas empresas y para las existentes aprovechar mejor la ventaja de un mercado superior a 500 millones de personas (OCDE, 2017).

Las grandes cifras del sector de las TIC en España están claramente identificadas, como se recoge en el cuadro 1, abarcando la actividad que concierne a la fabricación de productos TIC y a los servicios TIC (comercio, actividades informáticas, telecomunicaciones), mientras que en la conceptualización de la economía digital se englobarían los efectos que genera en los sectores en los que repercute su actividad y que hacen presuponer un espectro más amplio de valoración.

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