Francisco Blanco Bermúdez
Doctor en Economía de la Empresa por la Universidad Autónoma de Madrid

Fernando Gallardo Olmedo
Universidad Autónoma de Madrid

El colectivo de accionistas en una empresa es uno de los grupos de interés que considera la RSE (Responsabilidad Social de la Empresa), si bien está en una posición diferente al resto de grupos (trabajadores, clientes, proveedores y sociedad). Aunque los accionistas tienen en común con todos ellos el hecho de que la empresa ha de dar cumplimiento a sus legítimos objetivos, constituyen a la vez un grupo con responsabilidad directa, por el hecho de ser los propietarios de la empresa, sobre la satisfacción de los objetivos de los otros grupos de interés. Por lo tanto, los accionistas  tienen una doble posición en lo concerniente a las políticas de RSE: (i) como destinatarios de una información fiable y en tiempo real de las posiciones financieras y de las estrategias de la empresa orientadas a generar valor para ellos, y (ii) como impulsores de una estrategia empresarial que contribuya a satisfacer los objetivos de los otros grupos de interés de la empresa.

Esta doble posición apunta a un conflicto de interés entre los accionistas y esos otros grupos. El modo de resolver este conflicto puede estar en la estrategia de valor compartido propuesta por Porter y Kramer (2011), la cual consiste en que la empresa debe crear valor para los accionistas y para la sociedad de un modo simultáneo. Estos autores proponten tres modos de crear valor compartido: (i) redifiniendo los productos con el objetivo de satisfacer las necesidades de todas las capas de la sociedad, incluidas las de las clases más desfavorecidas, y para lograr productos más saludables para los clientes; (ii) redefiniendo la productividad en la cadena de valor con el objetivo de minimizar los impactos negativos sobre el medio ambiente y, (iii) promoviendo la actividad de proveedores locales y la implicación de otras instituciones locales.

La estrategia de generar valor compartido permite diluir el mencionado conflicto de interés a largo plazo, ya que la generación de valor para la sociedad sirve para potenciar el valor reputacional de la empresa y para mitigar riesgos financieros de los accionistas en el largo plazo.

La Unión Europea (2011) ha ido matizando y profundizando en el concepto de RSE a la luz de propuestas realizadas en el mundo académico. En la Comunicación al Consejo de 2011 hace suya el concepto de valor compartido. En este sentido, la Comunicación dice que:

 Para asumir plenamente su responsabilidad social, las empresas deben aplicar, en estrecha colaboración con las partes interesadas, un proceso destinado a integrar las preocupaciones sociales, medioambientales y éticas, el respeto  de los  derechos humanos y las preocupaciones de los consumidores en sus operaciones empresariales y su estrategia básica,  a fin de: maximizar la creación de valor compartido para sus propietarios/accionistas y para las demás partes interesadas y la sociedad en sentido amplio e identificar, prevenir y atenuar sus posibles consecuencias adversas.

A continuación se procede a abordar el asunto central de este trabajo, que es delimitar el papel de los accionistas en cuanto a impulsores y/o disuasores de las políticas de RSE. En el próximo apartado se analizará si los accionistas incorporan o no criterios vinculados a cuestiones de carácter social o mediambiental en sus decisiones de inversión y en la gestión de sus participaciones accionariales, y si ello genera fricciones y/o confluencias con las polìticas de RSE. Posteriormente, se analizará el papel que desempeña el área de Relaciones con Inversores de la empresa para el desarrollo de políticas de RSE alineadas e impulsadas por los accionistas. Finalmente, se presentará las conclusiones de este trabajo.

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